domingo, 26 de noviembre de 2017

Sesión matinal

Mi amo me ha ordenado que escriba un relato sobre la sesión de esta mañana.

Hoy me ha despertado tocándome el coño, bajándome las bragas con brusquedad y ha empezado a zurrarme en el culo.

Luego me ha agarrado fuerte del pelo y me ha dicho:

  • Señor: Puta, coge tu mantita de perra, tu collar y la correa, el collar con las pinzas para los pezones y la palmeta. Y quítate la ropa.
  • Laura: Sí, mi señor.

Nada me pone más que que me despierte de esa manera. Saqué todo lo que me pidió, lo puse sobre la cama y me desnudé.

  • Señor: Ahora pon la manta junto a mi lado de la cama y cuando te haya puesto el collar, vendrás hasta ella de rodillas.

Entoces me colocó el collar que tiene las pinzas para los pezones y me los pinzó después de pellizcármelos. 
Foto tomada de internet.

Y yo me fui gateando hasta el otro lado de la cama, colocándome de rodillas sobre mi manta de perra. Una vez allí, me puso la correa y me dijo:

  • Señor: Ahora, puta, cuando yo tire de la correa me comerás la polla, y cuando pare, volverás a colocarte a cuatro patas. ¿Te has enterado?
  • Laura: Sí, mi señor.
  • Señor: Empieza por comer y que yo te vea hacerlo con ganas.

Después de un rato degustando la polla de mi dueño, sentí el tirón de la cadena y supe que había llegado el momento de volver a ponerme a cuatro patas.

  • Señor: Perra, la señora Amadelmar vendrá el sábado, así que esta semana te toca ir acostumbrándote al dolor, que ya sabes que a ella le gusta zurrarte y ya está bien de ser una quejica.

Y empezó a golpearme en el culo con la palmeta. Yo no estoy muy acostumbrada al dolor, pero poco a poco vamos aumentando la intensidad. Sé que a él y a la señora les gusta, así que debo esforzarme por darles un buen servicio.

Un nuevo tirón de la cadena y vuelta a comerle la polla. Otro tirón, y vuelta a zurrarme. Hoy me ha pegado no solo en el culo, sino también en la espalda y en el coño.

  • Señor: Te tienes que acostumbrar, porque la señora te pegará por donde ella quiera.
  • Laura: Sí, mi señor.

Lo hicimos varias veces y luego me obligó a subir a la cama y a relajar su cuerpo de arriba abajo, lamiéndolo con mi lengua y acariciándolo con mis tetas.

Me encanta que me mande, que me obligue a darle gusto. Mi mente desconecta de mi vida habitual y entro en un mundo de placer al que solo sé llegar de esta manera. Me abandono a él cuando me usa para su disfrute y me siento increíblemente bien.

  • Señor: Ahora métete mi polla en el coño, que te voy a follar. 

Me puse a horcajadas sobre él y me folló como más le gusta: despacio y con mi lengua lamiendo su cuello y su hombro.

  • Señor: Y ahora, puta, sácame la leche con la boca.

Ese momento en que sé que mi señor se va a correr me vuelve loca. Mamé y mamé hasta que su leche salió. Creo que nada en el mundo me excita más que ese momento.

Yo no me había corrido, por lo que seguía excitada, pero era tiempo de descansar. Últimamente me excito mucho ante la idea de pinzarme los pezones o el clítoris, así que decidí aprovechar que el collar tiene dos pinzas para pinzarme un pezón y también el clítoris. Moverme con aquella pinza en mi coño me provocaba una excitación increíble. 

Me puse tan caliente que comencé a susurrle a mi amo cosas al oído con la clara idea de volver a calentarle.

  • Laura: Mi amo, no sabe las ganas que tengo de que usted y la señora follen en esta cama mientras me dejan atada a la pata de rodillas. Mmmm, pensar en eso me pone mala.

Y la polla de mi dueño comenzó a animarse de nuevo.

  • Laura: Mi amo, me pone muy caliente tener la pinza en el clítoris. Yo creo que a la señora le gustará.

Y mientras le hablaba de la señora, él comenzó a tocarme el coño y yo empecé a sentir un placer y una excitación mezclados con dolor que antes nunca había sentido. La pinza me alteraba de una manera como no me había alterado antes y mi deseo de que me penetrara con ella puesta crecía y crecía.

La polla de mi señor se puso erecta nuevamente.

  •  Señor: Ábrete de piernas, que te voy a follar. 

Y me abrí para él, deseosa de que me follara de nuevo. Mientras me penetraba, notaba cómo la pinza se me clavaba en el clítoris y me daba un placer indescriptible. Y mientras tanto yo le susurraba al oído lo mucho que deseaba servirle a él y a la señora y... me corrí pensando en ello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario