jueves, 30 de noviembre de 2017

Bocaditos de gloria

Bajo la etiqueta "Bocaditos de gloria" voy a comenzar a relatar cositas que ya han pasado de ser una fantasía propia de mi mente calenturienta a ser una realidad que me hace disfrutar con su recuerdo.

Será la sección en que narrar experiencias que me han gustado con locura y que o bien eran solo cosas con las que fantaseaba de vez en cuando, o bien ni se me habían pasado por la cabeza y un día llegué a ellas sin siquiera habérmelo planteado.

Lo de "Bocaditos de gloria" se me ocurrió pensando en poner un nombre sugerente. Quería algo que sonara a verdadero deleite, a experiencia sublime, quería un nombre que transmitiese de verdad el placer que he sentido al realizar estas prácticas.

La palabra "gloria" acudió a mi cabeza con rapidez. Expresiones como me sabe a gloria, esto es gloria bendita o estoy en la gloria me resultan realmente evocadoras y apropiadas para hablar de cosas tan placenteras. Mi mente sucia lo relaciona incluso con el glory hole, que a quien más quien menos le dará morbo... Y lo de "bocaditos" vino porque buscaba una palabra que sirviera para dar una idea de cosita pequeña, de relato corto; y también encuentro interesante la relación de la palabra con el hecho de llevarse algo a la boca, lo que también nos da morbo a todos, ¿no?
Foto tomada de internet.
En resumen, pequeños relatos sobre cosas que me han sabido a gloria.

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Atendiendo a nuestros invitados

Conocimos a la señora Amadelmar a través de la página de DominaciónWorld.  Mi dueño estuvo un tiempo buscando una ama con la que compartir sesiones entre los tres y tuvo la suerte de dar con ella, la cual ya tenía un sumiso pero igualmente deseaba ampliar sus experiencias. Después de un breve tiempo de contacto cibernético vimos que había llegado el momento de conocernos en persona.

Unos días antes de quedar le mandé a mi amo la siguiente fantasía para que él se la mandase a ella. No era un guion para realizar, sino solo el modo en que mi mente pensaba ante la expectación de aquel primer encuentro.

Quedamos en nuestra casa, y aunque yo imaginaba algo parecido a esto, debo deciros que la realidad superó a la ficción 😊. Ya os iré contando.

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Llaman a la puerta. Deben de ser nuestros invitados. Yo no los conozco, pero usted me ha hablado muy bien de ellos, por lo que sé que pasaremos una tarde agradable.

Llevo mi uniforme de sirvienta. Hace tiempo que no me lo pongo, pero hoy la ocasión lo merece; no se tienen invitados así todos los días.
Mi uniforme de sirvienta. Olvidé hacerme una foto con él puesto 😊
Usted espera en el sillón y cuando suena el timbre, me agarra fuerte del pelo y me da las primeras instrucciones:

  • Señor: Ve a abrir, puta, y espero que no tenga que avergonzarme de ti.

Me da un poco de miedo no quedar a la altura de lo que usted espera de mí, pero le prometo que haré todo lo posible por ser una buena sirvienta para usted y nuestros invitados.

Cuando abro la puerta, veo que vienen dos personas: una señora elegante con aspecto de tener un fuerte carácter pero cara de buena persona y un hombre detrás de ella. El hombre lleva al cuello un collar de perro y la señora lo tiene sujeto por una correa. Nada más abrir la puerta, le indica:

  • Señora: Pórtate bien, como yo te he enseñado.
  • Laura: Buenas tardes, señora, venga conmigo, por favor. Mi señor la espera en el salón.
  • Señora: Muy bien, criada, ahora voy. Y tú, perro, ya sabes cómo tienes que comportarte.

El hombre no responde, simplemente se pone a cuatro patas y se dispone a recorrer de esa manera el pasillo que separa la entradita del salón.

Yo les guío hasta el salón y le indico a usted que ya llegó la señora. Se presentan con afabilidad y le ofrece asiento a su lado en el sofá.

  • Señora: Perdona, I., ¿dónde puedo dejar al perro?

Y usted le indica el sitio que tiene habilitado para mí y que ahora compartiré con él:

  • Señor: Puedes dejarlo ahí. Ahí hay una mantita y un bebedero con agua. Es donde suele descansar la mía cuando le doy permiso.

Usted y la señora comienzan una charla mientras yo espero de pie, en mi sitio junto a la pared, a que usted me indique qué hacer.

  • Señora: Me gusta tu criada, parece bien enseñada.
  • Señor: A veces es muy rebelde y tengo que castigarla, pero poco a poco la vamos metiendo en cintura.
  • Señora: ¿Me permites que le haga un pequeño reconocimiento? Yo también ando buscando criada.
  • Señor: Sí, por favor, toda tuya.

La señora se levanta y se viene hacia mí. Me siento nerviosa y muy avergonzada. Sin decir nada, me acaricia el cuello y baja poco a poco hacia mis pechos, los que aprieta para valorar su tamaño. Yo enrojezco. Y ella sigue bajando sus manos hacia mi cintura y mis caderas. Y baja un poco más, hasta donde termina mi vestido. Lo levanta para mirarme las piernas y me hace ponerme de espaldas, mirando a la pared. Entonces levanta la faldita para observar mi culo y desliza una mano por mi entrepierna, sobre mis braguitas.

Sin quitar la mano de ahí, y acercándose a mi oído, la señora me dice:

  • Señora: Tu dueño me ha pedido que venga para que te enseñe lo que es un buen perro. ¿Ves lo obediente que es el mío? Pues así tienes que ser tú. Tu amo no te tiene aquí solo para darte de comer y que le limpies la casa; te quiere completamente a su servicio, ¿te enteras?
  • Laura: Sí, señora.
  • Señora: Pues ahora vas a seguir aquí esperando las órdenes de tu amo, pero te quitarás la parte de arriba del uniforme. Quiero ver esas tetas y no creo que tu amo ponga objeciones, ¿verdad, I.?
  • Señor: Que se la quite. La muy puta tiene unas buenas tetas.

Muerta de vergüenza y de humillación, le hago caso a usted y a la señora. Me descubro las tetas y sigo esperando nuevas órdenes en mi rincón mientras ella vuelve al sofá.

Ahora se dirige a su perro:

  • Señora: Tú, perro, levántate del suelo y ponte ahí de pie (junto a la misma pared donde yo espero, separados ambos por una estantería). Sácate la polla y espera nuevas órdenes.

El hombre, sin rechistar, se saca la polla y se queda esperando.

Usted le pregunta a la señora si desea tomar algo y ambos deciden tomarse una infusión y unas pastas.

Entonces usted me da nuevas instrucciones: 

  • Señor: Puta, prepara unas infusiones para nosotros y sírvenoslas.
  • Laura: Sí, mi señor. 

Y yo me voy a la cocina y preparo una bandeja con las infusiones y las pastas. Vuelvo al salón y dispongo un mantel limpio sobre la mesa. Sirvo primero a nuestra invitada y luego a usted, mi señor.

Oigo a la señora decirle:

  • Señora: Yo cuando meriendo suelo ponérmelo aquí a mis pies y, si se porta bien, le echo alguna cosilla de comer. Perro, ven, échate aquí ─le dice al hombre─, y él se acerca dócilmente a tenderse junto a los pies de su ama.
  • Señor: Puta, tú haz lo mismo. Ponte aquí a mis pies y si te portas bien, igual te dejo que comas algo…

Entonces le hace una broma a la señora y le dice:

  • Señor: Esta puta nada más que quiere comer polla.

Les oigo reírse y vuelvo a ponerme roja.

Cuando terminan de merendar, me obliga usted a recoger la mesa y a llevarlo todo a la cocina y fregarlo.

Cuando vuelvo, la señora se ha cambiado de ropa y ahora luce un ajustado corpiño y unas botas altas.

  • Señora: Puta, métete en el cuarto y ponte a cuatro patas sobre la cama sin quitarte la ropa y de espaldas a la puerta.

Cuando entro en el cuarto, sigo sus instrucciones a pies juntillas. Estoy muy, muy nerviosa. Espero en la postura ordenada durante un rato y entonces les oigo entrar, pero como estoy de espaldas a la puerta, no les veo.

Oigo cómo cierran la puerta del cuarto y cómo la señora obliga a su perro a que se desvista. Entonces lo ata de pies y manos a los arneses que tenemos en la puerta y le dice:

  • Señora: Hoy te toca mirar cómo tu ama domestica a otra perra y, si te portas bien, tendrás tu premio.

domingo, 26 de noviembre de 2017

Sesión matinal

Mi amo me ha ordenado que escriba un relato sobre la sesión de esta mañana.

Hoy me ha despertado tocándome el coño, bajándome las bragas con brusquedad y ha empezado a zurrarme en el culo.

Luego me ha agarrado fuerte del pelo y me ha dicho:

  • Señor: Puta, coge tu mantita de perra, tu collar y la correa, el collar con las pinzas para los pezones y la palmeta. Y quítate la ropa.
  • Laura: Sí, mi señor.

Nada me pone más que que me despierte de esa manera. Saqué todo lo que me pidió, lo puse sobre la cama y me desnudé.

  • Señor: Ahora pon la manta junto a mi lado de la cama y cuando te haya puesto el collar, vendrás hasta ella de rodillas.

Entoces me colocó el collar que tiene las pinzas para los pezones y me los pinzó después de pellizcármelos. 
Foto tomada de internet.

Y yo me fui gateando hasta el otro lado de la cama, colocándome de rodillas sobre mi manta de perra. Una vez allí, me puso la correa y me dijo:

  • Señor: Ahora, puta, cuando yo tire de la correa me comerás la polla, y cuando pare, volverás a colocarte a cuatro patas. ¿Te has enterado?
  • Laura: Sí, mi señor.
  • Señor: Empieza por comer y que yo te vea hacerlo con ganas.

Después de un rato degustando la polla de mi dueño, sentí el tirón de la cadena y supe que había llegado el momento de volver a ponerme a cuatro patas.

  • Señor: Perra, la señora Amadelmar vendrá el sábado, así que esta semana te toca ir acostumbrándote al dolor, que ya sabes que a ella le gusta zurrarte y ya está bien de ser una quejica.

Y empezó a golpearme en el culo con la palmeta. Yo no estoy muy acostumbrada al dolor, pero poco a poco vamos aumentando la intensidad. Sé que a él y a la señora les gusta, así que debo esforzarme por darles un buen servicio.

Un nuevo tirón de la cadena y vuelta a comerle la polla. Otro tirón, y vuelta a zurrarme. Hoy me ha pegado no solo en el culo, sino también en la espalda y en el coño.

  • Señor: Te tienes que acostumbrar, porque la señora te pegará por donde ella quiera.
  • Laura: Sí, mi señor.

Lo hicimos varias veces y luego me obligó a subir a la cama y a relajar su cuerpo de arriba abajo, lamiéndolo con mi lengua y acariciándolo con mis tetas.

Me encanta que me mande, que me obligue a darle gusto. Mi mente desconecta de mi vida habitual y entro en un mundo de placer al que solo sé llegar de esta manera. Me abandono a él cuando me usa para su disfrute y me siento increíblemente bien.

  • Señor: Ahora métete mi polla en el coño, que te voy a follar. 

Me puse a horcajadas sobre él y me folló como más le gusta: despacio y con mi lengua lamiendo su cuello y su hombro.

  • Señor: Y ahora, puta, sácame la leche con la boca.

Ese momento en que sé que mi señor se va a correr me vuelve loca. Mamé y mamé hasta que su leche salió. Creo que nada en el mundo me excita más que ese momento.

Yo no me había corrido, por lo que seguía excitada, pero era tiempo de descansar. Últimamente me excito mucho ante la idea de pinzarme los pezones o el clítoris, así que decidí aprovechar que el collar tiene dos pinzas para pinzarme un pezón y también el clítoris. Moverme con aquella pinza en mi coño me provocaba una excitación increíble. 

Me puse tan caliente que comencé a susurrle a mi amo cosas al oído con la clara idea de volver a calentarle.

  • Laura: Mi amo, no sabe las ganas que tengo de que usted y la señora follen en esta cama mientras me dejan atada a la pata de rodillas. Mmmm, pensar en eso me pone mala.

Y la polla de mi dueño comenzó a animarse de nuevo.

  • Laura: Mi amo, me pone muy caliente tener la pinza en el clítoris. Yo creo que a la señora le gustará.

Y mientras le hablaba de la señora, él comenzó a tocarme el coño y yo empecé a sentir un placer y una excitación mezclados con dolor que antes nunca había sentido. La pinza me alteraba de una manera como no me había alterado antes y mi deseo de que me penetrara con ella puesta crecía y crecía.

La polla de mi señor se puso erecta nuevamente.

  •  Señor: Ábrete de piernas, que te voy a follar. 

Y me abrí para él, deseosa de que me follara de nuevo. Mientras me penetraba, notaba cómo la pinza se me clavaba en el clítoris y me daba un placer indescriptible. Y mientras tanto yo le susurraba al oído lo mucho que deseaba servirle a él y a la señora y... me corrí pensando en ello.

jueves, 23 de noviembre de 2017

Carrera de perritos

Los perritos somos juguetones por naturaleza, como corresponde a nuestra especie 😊.

Y mi hermano perrito y yo juntos somos la bomba, siempre ideando travesuras a espaldas de nuestros dueños 😜.

La última ha consistido en planear una carrera de perritos. Con las mentes sucias que ambos tenemos nos ha parecido genial organizar una carrera en la que mi amo nos lance una pelota para que la recojamos con la boca y que el ganador obtenga como premio lamerle el coño a nuestra ama y el perdedor sufra algunos azotes.

Yo ya me imaginaba en el parque un dominguito por la mañana bajo el sol malagueño... Pero eso hasta a nosotros nos ha parecido una locura y hemos convenido en que era demasiado, así que al final hemos acordado ponernos cada uno en la punta de mi pasillo, que es bastante largo,  con nuestros rabitos bien colocados, que el señor reparta suerte poniendo la
en el centro y... ¡¡¡a jugar!!!
Foto tomada de internet.

Límpiame

La entrada de hoy es el desarrollo de una fantasía que brota en mí a raíz de un comentario que la señora Amadelmar me hizo en un post: Qué ganas tengo de veros a los dos atados con vuestros collares a la pata de la cama mientras nos divertimos tu Amo y yo como la otra vez. Y ver a mi perro poner esa carita que tenía aquel día.

Ojú, señora, de todo lo que me dicen ustedes yo me monto una película y la impaciencia me devora de pensar en llevarla a la realidad 😊.

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Mi señor y la señora follaban en mi cama, en nuestra cama, mientras el perro de ella y esta perra permanecíamos atados a dos de las patas, arrodillados, esposados y con nuestras mordazas puestas.

En la posición en la que estábamos no podíamos apenas movernos, ni tocarlos a ellos ni a nosotros mismos. Solo podíamos verlos follar y oírlos gemir.
Foto tomada de internet.
La señora estaba tumbada sobre su espalda y mi amo, encima de ella. Veía perfectamente cómo su polla la penetraba y las piernas de ella apretándose contra las caderas de él invitándole a entrar hasta el fondo de su coño. Lo mismo veía su perro. Y ambos babeábamos sin poder evitarlo a través de los agujeros de la bola de la mordaza.

Verles follar me producía una extraña mezcla de sentimiento de humillación y de excitación sexual. Cómo me hubiera gustado poder meterme en la boca los huevos de mi amo mientras mientras su polla entraba en el coño de la señora...

Mientras tanto, buscaba la manera de apretar fuerte mis piernas tratando de hacer presión en mi coño, buscaba la forma de frotarlo con el borde de la cama y hasta con la pared y me avergonzaba de comportarme como una perra en celo al lado del otro pobre perro prisionero, pero no podía evitarlo.

Cuando los señores terminaron, descansaron unos minutos, se burlaron de nosotros, nos quitaron las esposas y las mordazas y cada uno se dirigió hacia su perro así:

  • Señora: Perro, límpiame el coño. Me lo lavas bien con tu saliva, me lo secas y me pones las bragas.
  • Señor:  Y tú, perra, lo mismo: límpiame bien la polla con la boca, que no quede ni rastro de leche, me la secas y me pones los calzoncillos.

Y, como los perros obedientes que nuestros amos han hecho de nosotros, cumplimos con nuestra obligación de mantener el coño y la polla de nuestros dueños en perfecto estado.

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Señora, esta historia podría ampliarla hasta el infinito, pero prefiero que el resto lo pongan ustedes 😜. Deseo hacerle saber que solo el dolor físico me limita (aunque espero poco a poco expandir ese límite) y que quedo a su servicio y al de mi señor para hacer todo aquello que les dé placer.

viernes, 17 de noviembre de 2017

Bañando a mi señora

Estimada señora Amadelmar:

Debo confesarle que desde que la conozco se ha convertido usted en objeto de mis fantasías más morbosas.

Hoy me gustaría contarle una de ellas, una en la que usted es la absoluta protagonista mientras que mi señor y su perro disfrutan como meros observadores de la escena y yo soy un instrumento para darle placer.

Mi mente se va a una sala grande con una bañera en el centro, de esas antiguas con cuatro patitas. Es un sitio limpio y agradable, con un amplio ventanal y el suelo como un tablero de ajedrez, a cuadros blancos y negros.

Foto tomada de internet.
Al entrar en la habitación, es mi amo quien organiza:

  • Señor: Perra, tú ya sabes lo que tienes que hacer. Tú, perro, ponte de rodillas en ese rincón. Yo me pondré cómodo en ese sillón. Y tú, M.M., déjate llevar y disfruta como te mereces, que hoy mi perra estará solo para tu servicio.

Su perro se arrodilla en el rincón que le indica mi amo y él se acomoda en el amplio sillón, desabrochándose el cinturón y el botón del pantalón.

Pongo a llenar la bañera con agua caliente. Usted y yo permanecemos de pie junto a ella. Usted va elegantemente vestida con una blusa y una falda. La blusa ciñe sus pechos y la falda, sus caderas. Yo llevo un corpiño negro y medias del mismo color. También mi collar de perra y la correa, que usted agarra con una mano.

Me arrodillo delante de usted, acaricio sus pantorrillas y desabrocho las correas de sus zapatos. La descalzo y beso sus pies.

Me levanto y acaricio suavemente su cuerpo por encima de la ropa. Me siento tímida y me da vergüenza mirarla a los ojos. Solo pienso en darle placer.

Toco su cuello con suavidad y deslizo mi mano despacio por el escote de su blusa. Acaricio sobre ella sus pechos y siento que le gusta al notar en mi cuello un leve tirón de la correa acompañando a un gemido suyo.

Bajo hasta su cintura y la giro para desabrochar la cremallera de la falda. Antes de bajársela, palpo con mi mano su cuerpo por debajo y luego poco a poco la dejo caer.

Usted está de espaldas a mí y mis manos vuelven a buscar sus pechos. Los acaricio con suavidad y comienzo desde arriba a desabrochar los botones de su blusa. Cuando ya están todos, la dejamos caer al suelo junto a la falda.

Mientras esto ocurre, mi amo nos observa desde el sofá y su perro, desde el rincón donde está arrodillado. A veces se les oye gemir.

Usted está ya casi desnuda. Desabrocho su sujetador y libero sus pechos. Los vuelvo a acariciar, la giro de nuevo hacia mí y acerco mi boca a sus pezones. Los lamo suavemente y froto mi cara contra ellos dejándola toda mojada de mi propia saliva.

Ahora me vuelvo a arrodillar. Usted ya solo lleva puestas sus braguitas. Paso mis dedos por su entrepierna y un nuevo tirón de la correa me hace sentir su excitación. La acaricio un ratito antes de bajar sus bragas.

Ahora usted está desnuda delante de mí, con su coño a la altura de mi cara. Se lo beso. Se lo vuelvo a besar.

Noto que mi excitación crece, pero no es mi placer el que busco, sino el suyo. Vuelvo a besar su coño y meto mi lengua entre sus labios.
Foto tomada de internet.
Palpo con mis dedos y noto la humedad que va saliendo. Mojo mi dedo corazón en su flujo y repaso con la punta el borde de mi boca.

Y le doy las gracias por dejarme hacerlo, por permitirme arrodillarme ante usted y besar su coño.

Ahora me levanto y la invito a entrar en la bañera. Tenemos un gel de baño que huele a canela, como la vela que usted suele usar conmigo y que siempre me la trae a la memoria cada vez que paso a su lado, y una esponja natural.

Vierto un poco de gel en la esponja y, arrodillada a su lado, empiezo a lavar su cuerpo. Usted está totalmente relajada y se deja hacer. Muy despacio lavo sus brazos, su cuello, su pecho, su espalda, sus piernas y, por último, su coño.

Ahora me coloco detrás de su cabeza. El agua y la espuma cubren su cuerpo. Sigo de rodillas, como debe estar una perra junto a sus dueños. Le recojo el pelo en la parte de arriba y comienzo a besar su cuello y sus hombros. Poco a poco empiezo a notar que su respiración se acelera. Saber que está excitada me excita a mí aún más. Vuelvo a notar el tirón de la correa.

Mis manos bajan ahora hasta sus pechos mojados, por debajo del agua. Mis dedos se deslizan con rapidez sobre sus pezones duros.

Cada vez respira más rápido y yo cada vez tengo más ganas de bajar hasta su coño. Se lo toco y puedo notar como su propia humedad se mezcla con el agua.

Le meto un dedo y usted se estremece. Le meto otro. Y otro más. Entran con facilidad. La follo con mis dedos despacito, mientras noto como el placer la va invadiendo.

  • Señora: No pares, puta.

Y no paro, señora. Mientras le meto los dedos en el coño, rozo su clítoris, con mucha suavidad, como a usted le gusta.

Y de pronto siento un tirón en el cuello y usted se retuerce gimiendo fuerte. Noto como las contracciones de su coño aprisionan mis dedos y sé que se está corriendo en mi mano.

El corazón me late con rapidez. Disfruto tanto dándole placer...

Cuando su orgasmo termina, veo que mi señor se está masturbando. Cruzamos nuestras miradas y observo en sus ojos el orgullo que siente por su perra. Cuando se corre me encuentro mucho más excitada aún.

Su perro tiene la polla aprisionada en una especie de jaulita con un candado. Está roja y muy hinchada, pero los barrotes se le clavan, no permitiendo liberar su erección.

Los dos perros estamos muy calientes, pero no tenemos permiso de nuestros dueños para corrernos.

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Aquí termina esta fantasía, señora Amadelmar. Si le ha gustado, estoy a su disposición para llevarla a la realidad cuando usted desee.

lunes, 13 de noviembre de 2017

Mi presentación a la señora Amadelmar

Conocí a la señora Amadelmar y a su sumiso el 4 de febrero de este año. Mi señor llevaba algún tiempo buscando una ama para que participara en mi adiestramiento y para introducirme en el sexo con otra mujer, cosa que yo estaba deseando.

Algún día os contaré lo increíbles que son y lo bien que lo pasamos juntos. Poco a poco os iré dando detalles de nuestras sesiones. Hoy, para ir abriendo boca, os traigo el mensaje que le mandé a la señora unos días antes de conocernos.

Sé que a ella le gustó. Espero que a vosotros también 😊.

Estimada señora: 

Le escribo con el consentimiento de mi señor para presentarle formalmente mis respetos y contarle algunas cosillas íntimas antes de nuestro encuentro del sábado. 

Como ya mi señor le ha informado, nunca he tenido relaciones con una mujer, pero es algo con lo que llevo tiempo fantaseando. Hasta hace poco solamente había pensado en tener una relación lésbica de igual a igual, pero en las sesiones con mi señor vimos que podía ser incluso más morboso y excitante para ambos el hecho de que la otra mujer fuese una señora dominante, cual es su caso. La idea "en la vida real" de someterme a una mujer me resulta un poco enervante, a decir verdad, pero cuando es mi coño el que piensa en lugar de mi cerebro hay algo que me incita a creer que me encantaría hacerlo y en ofrecer a mi señor ese regalo para su mayor disfrute. 

Sé que mi señor ya la ha puesto al tanto de las cosas que nos gusta hacer y, en particular, de las cosas que me excitan. La verdad es que me da mucha vergüenza estar aquí escribiéndole esto a alguien a quien no conozco y a quien voy a ver en breve (también me daría vergüenza si la conociera), pero también me da morbo la idea de compartir con usted esas cosas que me ponen y con las que tanto usted como mi señor como su sumiso podrán disfrutar.

¿Sabe? La idea de besar a una mujer en la boca me pone a cien. Es quizás lo que más morboso encuentro en una peli porno lésbica. Chocar mi lengua con la de otra mujer y compartir nuestras salivas... mmmmmm. Me pone más que pensar en cualquier otra cosa.
Foto tomada de internet.
Por otro lado, llevo tiempo deseando tocar y besar unos pechos femeninos. Pasar mi lengua por unos pezones de mujer, notar en mi mano el abultamiento de un pecho de mujer en comparación con la planicie masculina. Saber que esos pechos no son los míos y que le doy placer a una mujer al pasar mi lengua por ellos como a mí me lo dan. Y pensar en mi señor mirando... mmmmm 

Y, bueno, también tengo muchas ganas de pasar mi lengua por un coño, de tocarlo, de meter mis dedos dentro, de llenarme de los flujos de otra mujer. Incluso de hacerla correrse con mi lengua. Escribir esto me está poniendo mala, y ya sabe que yo no podré correrme hasta el sábado... Me gusta pensar en acariciar su coño con una mano mientras con la otra acaricio la polla de mi señor. Creo que él no podría disfrutar más.

Por último, decirle que la idea de follar con otras personas, bien sea participando activamente entre todos, ya sea con los otros como observadores, me pone muy caliente también.

Mi señor me ha indicado que todo lo que quiera hacer con usted debo suplicárselo como una buena perra. Yo acataré las órdenes que me den ustedes. 

El sábado estaré a su disposición, a la disposición de su sumiso y a la de mi señor para que todos disfrutemos de un día estupendo.

domingo, 12 de noviembre de 2017

Cómo descubrí mi rol de sumisa

Desde muuuuuyyyy pequeña he tenido claro mi rol de sumisa, y no porque en mi “vida real” lo sea, que no es el caso (madre mía, menudo carácter respondón he tenido siempre desde chica 😁), sino porque en un momento algo se despertó en mí y me hizo desear adoptar ese papel.
Foto tomada de internet.
Lo curioso es que sé en qué momento exacto ese “clic” se produjo y, es más, puedo documentarlo gráficamente 😊.

Como digo, yo era muy chica, y me encantaba leer los tebeos de Heidi. Bueno, pues se ve que mi mente pervertida iba mucho más allá de las historias de esos inocentes tebeos y yo las hice mías de un modo muy particular.

Como aún los conservo, he escaneado las páginas que me llevaron a mi despertar como sumisa y me gustaría compartirlas con vosotros.

 

 
Fotos tomadas de Editorial Bruguera.

Me imaginaba en el lugar de Stefan, con ese señor tan grande y fuerte, tan serio y con ese bigote, gritándome y agarrándome "dispuesto a darme una azotaina". Había algo en aquellas imágenes que me absorbía y me extasiaba. 

Yo quería ser Stefan, quería que ese hombre me chillara, me agarrara con fuerza y me cogiera con un brazo y con el otro descargara toda su furia sobre mi culo con la palma de la mano abierta. Quería gozar como gozaba Stefan, quería sentirme pequeña en sus brazos, indefensa. Y quería sentirme humillada delante de los demás. Yo quería ser Stefan y que me golpearan y me humillaran.

Por otro lado, tengo el recuerdo de ir, cuando era muy pequeña, a un practicante que tenía en su consulta el cuadro ¡Y tenía corazón!, de Enrique Simonet. Yo no me daba cuenta de que representaba en realidad una autopsia; para mí se trataba simplemente de una chica desnuda y un hombre vestido al lado mirándola. ¡Yo quería ser ella!
Foto tomada de internet.

Luego llegarían películas con determinadas escenas que me dejaban embelesada y deseando ponerme en el lugar de las protagonistas:
  •  Las esclavas romanas:
Foto tomada de internet.
Foto tomada de internet.
  • Las posaderas de la Edad Media sobadas por los clientes:
Foto tomada de internet.
  • Las brujas a las que desnudaban y torturaban en la plaza del pueblo:
Foto tomada de internet.
  • Los niños a los que su maestra zurraba y humillaba delante de los compañeros:
Foto tomada de internet.
  • Las chicas violadas y ultrajadas:
Foto tomada de internet.

Foto tomada de internet.
  • Las mujeres torturadas en campos de prisioneros:
Foto tomada de internet.
  • Las esclavas subastadas:
Foto tomada de internet.

  • Las mujeres capturadas por los piratas:
Foto tomada de internet.
  • Las protagonistas de las películas españolas de destape que no eran más que objetos sexuales:
Foto tomada de internet.
  • Y hasta King Kong me volvió loca:
    Foto tomada de internet.
Yo quería ser todas esas personas, pero eso antes no eran más que fantasías para mí; hoy, por suerte, ya tengo quien me haga sentir así 😊.

sábado, 11 de noviembre de 2017

Los amos solos

Llevaba tiempo fantaseando con ello, excitándome en silencio solo con pensarlo. Sabía que A. pensaba en ello igual que yo. Y que tanto mi señor como su señora estarían encantados de jugar a ese juego.
Y sucedió.

Ese día quedamos con ellos sobre las 12 de la mañana. En nuestra casa. Me divierte pensar en nuestra casa, tan colorida y naíf, como un antro en el que la lujuria se desata cada vez que vienen 😁.

Mi señor me estuvo aleccionando durante las horas previas a su llegada. El día anterior me hizo acostarme con un consolador introducido en mi coño y se cuidó varias veces durante la noche de que se mantuviera en su sitio.

Por la mañana, me obligó a preparar el desayuno con aquello dentro de mí y me hizo comer de rodillas a su lado como haría una perra.

  • Señor: Espero que hoy te comportes como te tienes que comportar y no me dejes en ridículo. ¿Te has enterado?
  • Laura: Sí, mi señor.
  • Señor: ¿Qué va a pasar hoy?
  • Laura: Que mi señor y la señora van a follar sin que A. ni yo estemos delante.
  • Señor: ¿Por qué?
  • Laura: Porque a ustedes dos les apetece y se merecen disfrutar sin que nosotros les molestemos.
  • Señor: Eso es, perra. ¿Cuáles serán tus obligaciones para hoy?
  • Laura: Mis obligaciones para hoy serán estar a su servicio y al de la señora para que disfruten lo más posible y ayudarles en todo lo que necesiten.
  • Señor: ¿Qué harás para ello?
  • Laura: Haré todo lo que ustedes me manden y, además, las cosas que usted ya me ha encargado especialmente para hoy.
  • Señor: Bien, perra, recoge la mesa, arréglate y vete preparando. Ya sabes que si te portas bien tendrás tu recompensa.

La indumentaria que mi señor eligió para mí ese día fue una camiseta negra de amplio escote con los hombros al descubierto. A él le gusta más que insinúe que que enseñe. Eso sí, no me permitió llevar bragas.

Mientras esperábamos la llegada de nuestros invitados acondicioné el salón para la sesión. Quité la mesa de centro y puse en su lugar dos sillas unidas respaldo con respaldo, una mirando hacia el pasillo y otra, hacia la cristalera.

Mi señor planeó que para cuando ellos llegaran a casa, yo estaría sentada en la silla que miraba hacia el pasillo, con la camiseta puesta, las bragas quitadas y las piernas abiertas. Esposada a la silla con las manos a mi espalda y mi collar de perra puesto.

Cuando llegaron, él fue a abrirles. Me excitaba sentirles en la entradita y oírles avanzar por el pasillo mientras les esperaba en mi silla.

La señora se acercó a saludarme y, revolviéndome el pelo con una mano y agarrando mi correa con la otra, me dijo, mientras tiraba hacia arriba:

  • Señora: Hola, perra. Me ha dicho tu señor que sabes lo que va a pasar hoy, ¿no?
  • Laura: Sí, señora.
  • Señora: ¿Te apetece que me folle a tu señor? Porque a mí me apetece mucho follármelo...
  • Laura: Sí, señora, todo lo que a usted y a él les apetezca a mí también me apetece.
  • Señora: Así me gusta, zorrita. Mi perro también está babeando de pensar que otro hombre me va a follar a sus espaldas. ¿Verdad, perro?
  • Sumiso: Sí, mi ama.
  • Señora: ¿Qué va a pasar hoy, perro?
  • Sumiso: Que usted y el señor I. van a follar sin que ni su perra ni yo estemos delante.
  • Señora: Muy bien. ¿Y tú qué harás mientras tanto?
  • Sumiso: Esperar a que ustedes terminen, mi ama.
  • Señora: Y escuchar a tu dueña gemir disfrutando con la polla de otro, ¿no?
  • Sumiso: Sí, mi dueña.
  • Señora: Hecho el cabrón que te gusta ser, ¿no?
  • Sumiso: Sí, mi dueña.
  • Señora: Hoy nos toca disfrutar a ti y a mí, I., y los perros que se queden aquí atados como tiene que ser.
  • Señor: Está claro, pero, M.M., siéntete libre de usar a mi perra si antes quieres darle unos azotes o deseas que te hago algo. Mi casa es tu casa y mi perra está a tu servicio.

La señora sentó a A. en la silla que estaba detrás de la mía e igualmente lo esposó con las manos a su espalda. 

  • Señora: Perra, ya has oído a tu dueño, y me apetece darte unos azotes en ese culito, que ya sé que no te gusta mucho, pero a tu amo y a mí nos encanta.
  • Señor: Toda tuya.

Mi amo me soltó las esposas y me obligó a ponerme en el suelo a cuatro patas. La señora, como a ella le gusta, acarició mi culo con suavidad y pasó la punta de sus dedos por mi entrepierna. 

  • Señora: Pero si ya estás mojada, putita…
  • Señor: Aunque rebelde a veces, es una buena perra 😊.

¡¡Zas!! La señora me golpeó con fuerza con la palma de su mano abierta. Y yo gemí de excitación mientras sentía a mi señor disfrutar. Con cuatro o cinco golpes ya me había puesto el culo muy rojo y volvió a colocarme en la silla con las esposas puestas. 

  • Señora: Perra, mira cómo le acaricio la polla a tu dueño.

Se situaron de pie delante de mí y comenzaron a tocarse y a besarse. Mi vista quedaba más o menos a la altura de la polla de mi dueño y podía ver cómo poco a poco se le iba abultando bajo el pantalón. 

  • Señora: Vamos a ponernos ahora delante de mi perro, que vea lo cabrón que puede ser.

Los dos señores continuaron tocándose delante de A., mientras ella le decía cosas como que hoy iba disfrutar de la polla de otro, que su coño sería hoy para otro tío y que a él le tocaría solamente escuchar cómo disfrutaban los dos.

Después de unos minutos, mi dueño me habló: 

  • Señor: Tú, perra, prepara el dormitorio.

Como ya habíamos acordado con anterioridad, encendí unas velas y unas varas de incienso. Y puse unos condones sobre la mesilla. 

  • Laura: Ya está, mi señor.
  • Señor: Bien, perra. Ahora desviste a la señora mientras yo os miro y relájala dándole un masajito. Quiero que me la pongas a punto y cuando vayamos a follar te largas.

Desnudé a la señora poco a poco mientras mi amo nos observaba desde la cama. Luego la invité a tenderse junto a él y recorrí su cuerpo con mi lengua ante la atenta mirada de mi dueño. 

  • Señor: Ahora vete, puta, que vamos a follar. Venga, te volveré a atar a la silla al lado del perro de la señora.
  • Señor: Y tú, perro, espero que disfrutes mientras me follo a tu ama, porque yo te aseguro que voy a disfrutar de lo lindo mientras tú te jodes ahí sentado.
  • Sumiso: Sí, señor, disfrute de ella, por favor.

A. y yo nos quedamos solos en el salón, esposados a las sillas espalda con espalda, mientras los dos señores se disponían a disfrutar juntos y solos en el dormitorio. Cerraron la puerta, pero podíamos oírlos perfectamente riéndose de sus perros y gimiendo.
Foto tomada de internet.
Al rato, mi señor abrió la puerta, me soltó de la silla y me dijo: 

  • Señor: Perra, la señora y yo llevamos un buen rato disfrutando y ahora voy a meterle la polla en el coño. Ven a ponerme un condón y ayudarme a metérsela.
  • Laura: Sí, mi señor, lo que usted mande.

La señora yacía en la cama boca arriba y con las piernas abiertas en una clara invitación a recibir en su coño la polla de mi dueño. 

  • Señor: El condón me lo pones de rodillas.

Me puse de rodillas y agarré la polla mi dueño. Me apetecía mucho metérmela en la boca. La idea de que estuviera tan dura por estar follando con otra mujer me tenía a cien. Le puse el condón, se tumbó sobre la señora y agarré nuevamente su polla apuntándola hacia el coño de ella. Una vez dentro, me dijo: 

  • Señor: Vete, puta. Y te sientas en la silla en la misma postura que estabas, aunque ya no tengas las esposas. Y ni se te ocurra tocarte, perra.
  • Laura:  Sí, mi señor.

Volví a mi sitio, me senté, puse mis manos a la espalda y observé cómo de mi coño brotaba un montón de líquido que manchaba el rojo cojín. Oía a A. respirar jadeante detrás de mí y sabía que estaba tan excitado como yo.

Pronto los oímos follar. Se sentían allí las embestidas de él y se oían los gemidos de ella. Sus respiraciones se aceleraban a la par que las nuestras. A. y yo nos rozábamos con nuestras cabezas y con las puntas de nuestros dedos por detrás de los respaldos de las sillas. Imaginaba su erección a la par que veía la mancha que mi coño estaba dejando en el cojín. Estaba tan caliente…

Los oímos correrse y disfrutamos de ello. Después pasaron unos minutos relajándose antes de que salieran del cuarto.

Cuando lo hicieron, ella traía en la mano el condón lleno de la leche de mi dueño y él, su mano llena de flujos de ella.

La señora se acercó a su perro y, enseñándole en condón, le dijo: 

  • Señora: Qué bien me lo he pasado, perro, no sabes lo que he disfrutado con I. Y él creo que también ha disfrutado porque mira lo que me ha dado…

En ese momento se derramó sobre la mano la leche del condón y se la restregó a A. por la cara. 

  • Señora:  ¿No me das las gracias, perro?
  • Sumiso:  Sí, mi ama. Muchas gracias.
  • Señora:  ¿Gracias por qué, perro?
  • Sumiso: Gracias por follar con el señor I. y por hacerme sentir como un cabrón.
  • Señora:  ¿Y no le das las gracias a I.? ¿Es que no te he enseñado a ser un perro bien educado?
  • Sumiso: Sí, mi ama, lo siento. Señor I., muchas gracias por follarse a mi dueña y por darle placer.
  • Señor:  El placer ha sido mío, puedes estar seguro.

Y mi señor se acercó a mí, me restregó su mano con flujos de la señora por la cara y me obligó a chuparla.

Luego bromearon entre ellos y dijeron: 

  • Señor: Bueno, parece que no se han portado muy mal los perros, ¿no? ¿Van a tener premio o no?
  • Señora: Yo creo que sí, ¿no?
  • Señor: Lo que tú digas, M.M. Ya sabes que cuando estás aquí, eres tú quien manda.

La señora soltó a A. de la silla y lo puso delante de mí. Su polla estaba recta y dura y a la altura de mi boca. 

  • Señora: Perro, fóllale la boca a la puta y báñale la cara con tu leche. Ese es vuestro premio por haber sido unos buenos perros. Y tú, zorra, ya que tienes las manos sueltas, te doy permiso para que te masturbes con la polla de mi perro en la boca. Tu dueño y yo disfrutaremos un ratito mirándoos.
  • Laura: Muchas gracias, señora.
  • Señora: No me las des a mí; dáselas a tu dueño y asegúrate de contar con su permiso antes de aceptar el premio que te ofrezco.
  • Laura: Mi señor, ¿me permite disfrutar del premio que la señora me concede?
  • Señor: ¿Qué premio…?
  • Laura: Comerle la polla a A., que se corra en mi cara y masturbarme mientras tanto.
  • Señor: Sí, puta, come.
  • Laura: Gracias, mi señor, muchas gracias.

A. restregó su polla por toda mi cara antes de metérmela en la boca. Yo tocaba por fin mi coño, que chorreaba sin parar. Y los señores disfrutaban del espectáculo juntitos en el sofá.

Controlé mi orgasmo hasta que sentí el chorro caliente que salía de la polla de A. caer sobre mi frente. Entonces me froté el coño dejándome llevar y me corrí como hacía tiempo que no me corría, gimiendo fuerte y restregando mi cara por aquel rabo que se derramaba.

La sesión terminó con la señora mandándole a A. limpiarme la cara y el coño y ordenándole darle las gracias a mi señor por tanto placer. También yo le di las gracias a la señora por su visita y por haberse follado a mi dueño.