domingo, 17 de diciembre de 2017

Cómo conocí a mi amo

Muchas veces me han preguntado cómo conocí a mi amo (y pareja) y siempre digo una verdad a medias, ya que si lo cuento como fue muchos se llevarían las manos a la cabeza. Solo hay dos personas a las que les he contado la verdad completa: la señora Amadelmar y su sumiso. El resto solo sabe que nos conocimos por internet, pero no tienen detalles de cómo ocurrió.

Era el año 2006, a principios. Como ya os he contado antes, desde pequeña había tenido fantasías de ser dominada, pero hasta esa fecha poco había llevado a cabo, salvo algunas prácticas como usar esposas, atarme a la cama o vendarme los ojos. No tenía ni idea de la existencia del BDSM ni sabía que había más personas a las que les agradaba sentirse de esa manera.

Por aquella fecha yo no tenía pareja y andaba un poco desatada tras mi última ruptura. Fue también la época en que comencé a utilizar internet de forma asidua. Así fue como di con relatos sobre BDSM que me hicieron darme cuenta de que lo que a mí me gustaba no era algo tan extraño.

Después de mucho leer y de ver cómo funcionaba la red, se me ocurrió que podía poner un anuncio buscando un dominante con el que empezar a practicar aquellas historias. Si bien en principio sería cibernético, mi idea era ir más allá y llevarlo a la realidad; no me atraen nada las cosas a distancia y esto tenía claro que tenía que ser en persona, pero, claro, tampoco podía quedar el primer día que hablara con alguien. Tenía que esta segura de que no era un loco 😁.

Y así lo hice: puse un anuncio en una página tipo Milanuncios y recibí un montón de respuestas, pero de entre todas ellas solo una me llamó la atención y solo a esa contesté, la de AmoNacho72. ¿Por qué? Creo que porque era la única que recibí preguntándome por mí, por lo que deseaba y por adónde me gustaría llegar. Y porque me respondió con respeto, con cercanía y sin ese algo tan presuntuoso que noté en los demás que daban por hecho que yo lo que estaba buscando era una polla y que la suya podría satisfacerme.

Caballeros, pollas hay muchas, y debo reconocer que no me faltaban, pero no era una polla lo que yo buscaba, sino la satisfacción de una necesidad mucho más profunda.

AmoNacho72 y yo comenzamos a intercambiar emails, primero para conocernos un poco y luego para empezar a cumplir con las órdenes que me mandaba. De los emails pasamos al Messenger (¡qué tiempos!) y de ahí, al teléfono. Todo fluía, todo me parecía tan fácil con él...

Durante un tiempo todo fue a distancia, y él siempre me decía: Si quieres que nos conozcamos en persona tendrás que ser tú quien lo proponga; yo no te lo voy a pedir. Y llegó el punto en que yo estaba frita por conocerlo. Y eso que ni siquiera habíamos intercambiado fotografías nuestras. No sabíamos cómo era el otro físicamente, pero eso daba igual. Había feeling, y eso era lo importante. Entretanto, yo seguí cumpliendo sus órdenes y a lo más que llegábamos era a disfrutar juntos por teléfono.

Un buen día me armé de valor y le pregunté si quería venir a mi casa a cenar. Estaba ya tan segura de que no era un loco y me sentía tan a gusto con él que no tuve ningún miedo a invitarlo a mi casa. De haber dudado le hubiera dicho de quedar en un bar (me parece lo más razonable en realidad), pero no dudaba.

Unos tres meses después de aquel anuncio, vino a cenar a mi casa. El mismo feeling que notábamos por internet y por teléfono lo notamos en persona, pero... ese día no ocurrió nada. Cenamos, hablamos de una y mil cosas y pasamos casi toda la noche charlando en el patio a la luz de las velas. Él se fue por la mañana.

No volvimos a vernos hasta justo dos semanas más tarde. Ese día dimos rienda suelta a todo lo que llevábamos meses planeando. Ese día él ya sí fue mi amo y yo, su sumisa.
Mi amo y yo.
Bueno, ¿pues qué más deciros? Empezamos a vernos con más asiduidad y casi todos los sábados se quedaba a dormir conmigo. Los dos éramos solteros y sin hijos. Las cosas fueron fáciles.

Y un buen día me di cuenta de que esa persona no solamente me llenaba en el aspecto sexual y en mi deseo de someterme, sino que tenía todo aquello que podía pedirle a un hombre. Un año más tarde empezamos a buscar un piso para vivir juntos y el año pasado nos casamos.

Son ya casi doce años de felicidad  😍.

El post de hoy me ha quedado más romántico de lo habitual, pero espero que os haya gustado.

viernes, 8 de diciembre de 2017

Cómo conseguir amo (o sumiso)

Recientemente me han preguntado en varias ocasiones qué hacer para conseguir amo, cómo ser un buen amo o cómo entrar en el BDSM.
Foto tomada de internet.
También he observado en páginas especializadas a "amos" (supongo que querrán decir "dominantes"; yo desde luego no los considero amos hasta que tienen alguna propiedad, pero bueno...) muy torpes que, en sus perfiles, en lugar de describirse, de hablar de cómo son, de lo que tienen que ofrecer o de sus gustos, se limitan a poner cosas como esta (vista esta misma mañana): "Busco zorrita a la que dar unos buenos azotes" 😲. Perdona, gilipollas, pero una sumisa no es una zorrita. A mí te aseguro que "zorrita" solo me lo llaman mi señor y mi señora; un capullo como tú solo se llevaría de mí una patada en los huevos.

También me ha pasado que me han entrado por el chat, algunos a saco (esos no obtienen respuesta por mi parte) y otros parece que empiezan bien pero en algún punto del camino deciden torcerse y te dicen: "Podíamos quedar un día para darte unos azotes". Bien, otro que lo único que ha visto de mi perfil han sido mis tetas. No me preocupa; en realidad mis tetas son como dos faros que me alumbran a los subnormales (por si yo no los había visto venir). Sí, hijo, podemos quedar para que me des unos azotes..., aunque no sé lo que dirá mi amo. "Ah, ¿pero tienes amo?" Pues sí, mira, tengo dos, lo pone claramente en mi perfil, pero tú, amo de pacotilla, ni te has molestado en leerlo.

A lo que voy. Para conseguir un amo (o un sumiso) lo primero y más importante es conocerte a ti mismo y saber lo que buscas y lo que ofreces. El BDSM es muy amplio e incluye muchas prácticas que pueden no gustar a todos. Así que resulta fundamental encontrar a una persona con la que uno se lleve bien y que las prácticas que gustan a uno y a otro sean compatibles.

Por otro lado, es fundamental saber si la persona que te interesa está receptiva. No quiere decir esto que no tenga amo (o sumiso), pues puede tenerlo y, sin embargo, tener espacio en su vida para otro. Por tanto, harías bien en tantear el terreno antes de ir a saco.

¿Y cómo tantear el terreno? Lo primero es que te abras un perfil interesante y lo más completo posible, en el que hables de ti, de lo que ofreces, de lo que buscas, etc. Un perfil que dé a los demás una idea de quién eres para que puedan saber si contigo tendrían alguna afinidad. Porque poner "Busco amo" o "Busco sumiso" es tan genérico que es lo mismo que no poner nada.

Por otra parte, antes de entrarle a nadie, entiendo que es muy valorable tu participación en las herramientas que la página proporciona para que te des a conocer: el foro, el blog, el chat... Interactuar con las personas que componen la comunidad: hombres, mujeres, dominantes, sumisos, guapos, feos, altos, bajos, gordos, flacos... Independientemente de lo que estés buscando para ti. Por supuesto que nada de esto trae resultados inmediatos, pero tampoco lo traen mensajes como los que a veces he leído: "Mi polla te haría muy feliz"... 😒

Una vez que ya tu nombre empiece a resultar familiar, prueba a entrarle por privado (nunca públicamente) a quien te interese o a alguien con quien hayas notado buena sintonía, pero siempre con respeto, educación y sin ir a piñón fijo. ¡Hay millones de temas de los que hablar! Y cuando veas que la conversación fluye, puedes empezar a hablarle de cosas más íntimas: sobre tu experiencia, sobre lo que te gusta hacer, lo que te gustaría encontrar...

Un consejo antes de intentar el privado: trata de ponerte en el lugar de la otra persona y de pensar qué podría gustarle. Si ya has leído su perfil, sus mensajes en los foros o el chat y le has seguido un poco la pista, no te resultará difícil. Por ejemplo, y pongo mi propio caso, si yo tengo un blog y un montón de relatos, es fácil que si me entras por ahí yo responda positivamente. En el caso de otra persona que, por ejemplo, comparta muchas fotos sobre un mismo tema, puedes comentarle algo sobre ello, pues es claro que le interesa. Cosas así, como harías con alguien a quien conoces fuera del ciberespacio.

Todo es mucho más natural de lo que muchas veces lo hacemos. Un sumiso no puede arrastrarse ofreciéndose a los pies de cualquier dominante ni un dominante puede ir en plan chulo a por un sumiso creyendo que le va a caer rendido. Para empezar, somos personas, y no con todo el mundo congenia uno.

Esto es una cuestión de habilidades sociales y de paciencia. Si en la vida fuera de la red no entramos a saco a las personas (algunos sí 😖), por aquí tampoco podemos hacerlo si esperamos conseguir resultados positivos.

Y, por supuesto, si congenias con alguien y decides dar el paso de conocerlo en persona, ten los ojos muy abiertos y si algo no termina de convencerte, no lo hagas. Yo no daría el paso de quedar hasta estar bien segura de que es una persona "normal", y para ello hay que hablar mucho antes.

Por último, y no menos importante, es básico tener claro que esto no es una peli romántica en la que el amo guapo y rico rescata a la princesa sumisa y viven felices para siempre. Que sí, que el amor puede surgir, pero que estamos hablando de otra cosa y no hay que olvidarlo.

Otro día os contaré cómo conocí a AmoNacho72 y a Amadelmar.

martes, 5 de diciembre de 2017

Perros enjaulados

Llaman al timbre y mi amo va a abrir la puerta.

  • Señor: Hola, M.M., me alegro de verte.
  • Señora: Hola, I., yo también me alegro de verte. Uy, qué raro que hayas abierto tú en vez de tu criada 😉.
  • Señor: Ahora verás. Se ha portado fatal y la tengo castigada.
  • Señora: No me hables que vaya mañanita me ha dado a mí también el perro este...

Los oí avanzar por el pasillo hasta el salón, donde yo me encontraba.

La señora entró y su sumiso, al que traía sujeto con su correa de perro, detrás de ella.

  • Señora: Bueno, perrita, parece que no te has portado muy bien, ¿no?

Me avergonzaba mucho mirarla y no fui capaz de responderle. Ella venía espectacular, con unos vaqueros perfectamente ajustados a sus torneadas piernas, unas botas de alto tacón y una blusa blanca a través de la cual se dejaba adivinar un fino sujetador de encaje del mismo color.

Yo... estaba en el centro del salón, delante del sofá, desnuda, de rodillas y... dentro de una jaula de perros que mi amo había adquirido recientemente para mis castigos.
Foto tomada de internet.
Me sentía muy humillada y noté como toda la sangre se me subía a la cara haciéndome enrojecer.

  • Señora: Saluda por lo menos, perra me dijo mientras acercaba la punta de su bota a la jaula para que se la besara.
  • Señora: Perro, ¿ves cómo está la perra por haberse portado mal?  Pues ahí te vas a quedar hoy con ella. Con la mañana que me has dado, bastante con que no te deje en la puerta... ¡Desnúdate!

A. se quitó la ropa sin rechistar. Se quedó completamente desnudo a excepción del cinturón de castidad que traía puesto, una especie de jaulita que le apretaba la polla. La señora le obligó a entrar en la jaula en la que yo me encontraba. El espacio no era muy grande, pero podíamos estar los dos de rodillas sin mucho agobio.

  • Señora: Y ni se os ocurra tocaros. I., hoy me parece que solo nos divertiremos tú y yo.
  • Señor: Mmmmm, por mí, encantado.

Los dos señores se sentaron en el sofá, justo al lado de nosotros, y tras una ligera conversación comenzaron a besarse y a acariciarse.

No tardaron en quitarse la ropa y la señora tomó la iniciativa a la hora de chincharnos. Se levantó y se sentó en una de las esquinas de la jaula, con las piernas abiertas:

  • Señora: I., mira cómo a los perros les gusta lamer. Vamos, perros, aquí tenéis trabajo. Turnaos para chupar, no quiero peleas.

Y A. y yo nos turnamos para lamer el coño de nuestra ama ante la atenta mirada de mi señor. Éramos dos perros enjaulados babeando por tener el regalo que nuestra dueña nos daba, su rico coñito apretado contra los barrotes de la parte de arriba de la jaula. Nuestras caras brillaban bañadas por la mezcla de sus flujos con nuestras salivas.

  • Señora: Ya vale, perros  nos dijo levantándose de golpe, acercando su cara hacia la jaula y escupiéndonos a los dos, hoy no habéis merecido comerme el coño. El coño de vuestra ama hoy es solo para I.

Después se levantó, echó su torso desnudo sobre el techo de la jaula y abrió sus piernas.

Mi amo no tardó en entender la invitación y se puso tras ella a acariciar su espalda, sus pechos, su culo...

  • Señora: Mira los perros cómo nos miran, I. Os gusta mirar, ¿verdad, perros? Pues ahora, mientras I. me folla, vosotros vais a chupar mis pezones desde ahí abajo.

Y, diciendo esto, nos volvió a escupir en la cara a los dos.

  • Señora: Restregaos mi saliva por la cara, perros. Y dadme las gracias por dejaros disfrutar de esto desde la jaula, que sabéis que no lo merecéis.

Entonces vimos cómo la polla de mi dueño la penetró por detrás. Ella se estremeció, gimió y volvió a escupirnos.

  • Señora: Puta, restriégate mi saliva por las tetas. Y tú, cabrón, haz lo mismo.

Mientras nos untábamos su saliva por donde ella nos ordenaba, tratábamos de chupar sus pezones a través de los barrotes, aunque los empujones que mi amo le daba hacían que sus pezones se restregasen traviesos por toda nuestra cara, resultando difícil apresarlos con la boca.
 
La siguiente vez que nos escupió nos ordenó restregarnos su saliva por el coño y por la polla respectivamente. La polla de A. parecía que fuese a reventar la jaulita de castidad y mi coño chorreaba manchando la mantita de perro que teníamos bajo las rodillas.

La señora gemía mientras mi amo la follaba y nosotros, los perros, estábamos inquietos, excitados y sin apenas poder movernos. Respirábamos jadeantes y los dos babeábamos cada vez que lamíamos los pezones de la ama.

  • Señor: Perra, saca tu mano y tócame los huevos.

Los barrotes de la jaula estaban muy juntos, pero me permitían sacar los dedos y tocar con sus puntas los huevos de mi dueño, a la par que rozar con suavidad el clítoris de la señora.

A medida que los jadeos de los señores iban a más, nuestros corazones de perros latían más deprisa y más luchábamos por poder chupar los pezones de la señora, asalvajados como ya nos encontrábamos.

Nuestra excitación llegó al máximo en el momento en que nos dimos cuenta de que ella se estaba corriendo. Chupamos sus tetas con desesperación y contuvimos nuestras ganas de tocarnos cumpliendo con las órdenes recibidas.

La señora se corrió antes que mi señor y entonces le oí a él preguntarle:

  • Señor: ¿Te importa si me corro en la cara de mi perra?
  • Señora: Solo si me dejas que le siga escupiendo 😉.
  • Señor: Por supuesto.

Y así fue como mi amo se corrió sobre mi cara a la par que la señora nos escupía sin parar. Cómo necesitaba un orgasmo...

Entonces no sabíamos qué vendría después. Los amos, una vez terminaron, se sentaron a descansar en el sofá, justo delante de la jaula que ocupábamos. A. y yo estábamos avergonzados y sucios, pero muy excitados.

  • Señora: Ahora me apetece ver un documental de animales... 😋, así que nos váis a enseñar a I. y a mí cómo se aparean dos perros enjaulados, a ver de lo que sois capaces...

sábado, 2 de diciembre de 2017

La perra y la zanahoria

Estimada señora Amadelmar:

Se habla mucho de lo del burro y la zanahoria; mi amo y yo tenemos una versión de eso que habla de la perra y la zanahoria como uno de los juegos de humillación que nos encanta practicar.

Como ya sabe, humillarme delante de mi amo me produce una excitación intensa, la cual se multiplica cuando pienso en realizarlo delante de usted.
Foto tomada de internet
Me da vergüenza, pero sé que humillarme delante de usted forma parte de mi entrenamiento como perra, por lo que le voy a contar una fantasía que ojalá usted y mi dueño tengan a bien hacer realidad.

Ya mi amo la ha informado de que me gusta correr a cuatro patas en busca de su polla mientras él me hace rabiar no dejándome cogerla y metiéndose conmigo al ver mi boca abierta deseando que él la llene. Pues nada me gustaría más que el hecho de que usted me llevara un día de mi cadena de perra mientras gateo tras la polla de mi señor. Tal vez podría vendarme los ojos y zurrarme con la fusta si me ve muy torpe para localizar la polla. O tirarme de la correa cuando la tenga cerca para impedir mi deseo de chuparla. O agarrarme fuerte del pelo recordándome lo puta que soy que ando a cuatro patas en busca de una polla que llevarme a la boca. O... cualquier otra cosa que a usted le apetezca.


Por favor, señora, disculpe mi atrevimiento, pero nada me hace más feliz que estar a sus pies y a los de mi señor.