Muchas veces me han preguntado cómo conocí a mi amo (y pareja) y siempre digo una verdad a medias, ya que si lo cuento como fue muchos se llevarían las manos a la cabeza. Solo hay dos personas a las que les he contado la verdad completa: la señora Amadelmar y su sumiso. El resto solo sabe que nos conocimos por internet, pero no tienen detalles de cómo ocurrió.
Era el año 2006, a principios. Como ya os he contado antes, desde pequeña había tenido fantasías de ser dominada, pero hasta esa fecha poco había llevado a cabo, salvo algunas prácticas como usar esposas, atarme a la cama o vendarme los ojos. No tenía ni idea de la existencia del BDSM ni sabía que había más personas a las que les agradaba sentirse de esa manera.
Por aquella fecha yo no tenía pareja y andaba un poco desatada tras mi última ruptura. Fue también la época en que comencé a utilizar internet de forma asidua. Así fue como di con relatos sobre BDSM que me hicieron darme cuenta de que lo que a mí me gustaba no era algo tan extraño.
Después de mucho leer y de ver cómo funcionaba la red, se me ocurrió que podía poner un anuncio buscando un dominante con el que empezar a practicar aquellas historias. Si bien en principio sería cibernético, mi idea era ir más allá y llevarlo a la realidad; no me atraen nada las cosas a distancia y esto tenía claro que tenía que ser en persona, pero, claro, tampoco podía quedar el primer día que hablara con alguien. Tenía que esta segura de que no era un loco 😁.
Y así lo hice: puse un anuncio en una página tipo Milanuncios y recibí un montón de respuestas, pero de entre todas ellas solo una me llamó la atención y solo a esa contesté, la de AmoNacho72. ¿Por qué? Creo que porque era la única que recibí preguntándome por mí, por lo que deseaba y por adónde me gustaría llegar. Y porque me respondió con respeto, con cercanía y sin ese algo tan presuntuoso que noté en los demás que daban por hecho que yo lo que estaba buscando era una polla y que la suya podría satisfacerme.
Caballeros, pollas hay muchas, y debo reconocer que no me faltaban, pero no era una polla lo que yo buscaba, sino la satisfacción de una necesidad mucho más profunda.
AmoNacho72 y yo comenzamos a intercambiar emails, primero para conocernos un poco y luego para empezar a cumplir con las órdenes que me mandaba. De los emails pasamos al Messenger (¡qué tiempos!) y de ahí, al teléfono. Todo fluía, todo me parecía tan fácil con él...
Durante un tiempo todo fue a distancia, y él siempre me decía: Si quieres que nos conozcamos en persona tendrás que ser tú quien lo proponga; yo no te lo voy a pedir. Y llegó el punto en que yo estaba frita por conocerlo. Y eso que ni siquiera habíamos intercambiado fotografías nuestras. No sabíamos cómo era el otro físicamente, pero eso daba igual. Había feeling, y eso era lo importante. Entretanto, yo seguí cumpliendo sus órdenes y a lo más que llegábamos era a disfrutar juntos por teléfono.
Un buen día me armé de valor y le pregunté si quería venir a mi casa a cenar. Estaba ya tan segura de que no era un loco y me sentía tan a gusto con él que no tuve ningún miedo a invitarlo a mi casa. De haber dudado le hubiera dicho de quedar en un bar (me parece lo más razonable en realidad), pero no dudaba.
Unos tres meses después de aquel anuncio, vino a cenar a mi casa. El mismo feeling que notábamos por internet y por teléfono lo notamos en persona, pero... ese día no ocurrió nada. Cenamos, hablamos de una y mil cosas y pasamos casi toda la noche charlando en el patio a la luz de las velas. Él se fue por la mañana.
No volvimos a vernos hasta justo dos semanas más tarde. Ese día dimos rienda suelta a todo lo que llevábamos meses planeando. Ese día él ya sí fue mi amo y yo, su sumisa.
Bueno, ¿pues qué más deciros? Empezamos a vernos con más asiduidad y casi todos los sábados se quedaba a dormir conmigo. Los dos éramos solteros y sin hijos. Las cosas fueron fáciles.
Y un buen día me di cuenta de que esa persona no solamente me llenaba en el aspecto sexual y en mi deseo de someterme, sino que tenía todo aquello que podía pedirle a un hombre. Un año más tarde empezamos a buscar un piso para vivir juntos y el año pasado nos casamos.
Son ya casi doce años de felicidad 😍.
El post de hoy me ha quedado más romántico de lo habitual, pero espero que os haya gustado.
Era el año 2006, a principios. Como ya os he contado antes, desde pequeña había tenido fantasías de ser dominada, pero hasta esa fecha poco había llevado a cabo, salvo algunas prácticas como usar esposas, atarme a la cama o vendarme los ojos. No tenía ni idea de la existencia del BDSM ni sabía que había más personas a las que les agradaba sentirse de esa manera.
Por aquella fecha yo no tenía pareja y andaba un poco desatada tras mi última ruptura. Fue también la época en que comencé a utilizar internet de forma asidua. Así fue como di con relatos sobre BDSM que me hicieron darme cuenta de que lo que a mí me gustaba no era algo tan extraño.
Después de mucho leer y de ver cómo funcionaba la red, se me ocurrió que podía poner un anuncio buscando un dominante con el que empezar a practicar aquellas historias. Si bien en principio sería cibernético, mi idea era ir más allá y llevarlo a la realidad; no me atraen nada las cosas a distancia y esto tenía claro que tenía que ser en persona, pero, claro, tampoco podía quedar el primer día que hablara con alguien. Tenía que esta segura de que no era un loco 😁.
Y así lo hice: puse un anuncio en una página tipo Milanuncios y recibí un montón de respuestas, pero de entre todas ellas solo una me llamó la atención y solo a esa contesté, la de AmoNacho72. ¿Por qué? Creo que porque era la única que recibí preguntándome por mí, por lo que deseaba y por adónde me gustaría llegar. Y porque me respondió con respeto, con cercanía y sin ese algo tan presuntuoso que noté en los demás que daban por hecho que yo lo que estaba buscando era una polla y que la suya podría satisfacerme.
Caballeros, pollas hay muchas, y debo reconocer que no me faltaban, pero no era una polla lo que yo buscaba, sino la satisfacción de una necesidad mucho más profunda.
AmoNacho72 y yo comenzamos a intercambiar emails, primero para conocernos un poco y luego para empezar a cumplir con las órdenes que me mandaba. De los emails pasamos al Messenger (¡qué tiempos!) y de ahí, al teléfono. Todo fluía, todo me parecía tan fácil con él...
Durante un tiempo todo fue a distancia, y él siempre me decía: Si quieres que nos conozcamos en persona tendrás que ser tú quien lo proponga; yo no te lo voy a pedir. Y llegó el punto en que yo estaba frita por conocerlo. Y eso que ni siquiera habíamos intercambiado fotografías nuestras. No sabíamos cómo era el otro físicamente, pero eso daba igual. Había feeling, y eso era lo importante. Entretanto, yo seguí cumpliendo sus órdenes y a lo más que llegábamos era a disfrutar juntos por teléfono.
Un buen día me armé de valor y le pregunté si quería venir a mi casa a cenar. Estaba ya tan segura de que no era un loco y me sentía tan a gusto con él que no tuve ningún miedo a invitarlo a mi casa. De haber dudado le hubiera dicho de quedar en un bar (me parece lo más razonable en realidad), pero no dudaba.
Unos tres meses después de aquel anuncio, vino a cenar a mi casa. El mismo feeling que notábamos por internet y por teléfono lo notamos en persona, pero... ese día no ocurrió nada. Cenamos, hablamos de una y mil cosas y pasamos casi toda la noche charlando en el patio a la luz de las velas. Él se fue por la mañana.
No volvimos a vernos hasta justo dos semanas más tarde. Ese día dimos rienda suelta a todo lo que llevábamos meses planeando. Ese día él ya sí fue mi amo y yo, su sumisa.
Mi amo y yo. |
Y un buen día me di cuenta de que esa persona no solamente me llenaba en el aspecto sexual y en mi deseo de someterme, sino que tenía todo aquello que podía pedirle a un hombre. Un año más tarde empezamos a buscar un piso para vivir juntos y el año pasado nos casamos.
Son ya casi doce años de felicidad 😍.
El post de hoy me ha quedado más romántico de lo habitual, pero espero que os haya gustado.